La Sierra de la Demanda y el Santo Grial

Nuestro planeta se encuentra repleto de numerosos lugares considerados mágicos y no hay país que se escape de tener alguna zona con esta característica.

Por supuesto, en España, contamos con numerosos lugares a los que se les atribuye este apelativo, ya sea por sus leyendas o sus misteriosas historias y uno de ellos es la llamada Sierra de la Demanda.

Geográficamente es una de las mayores elevaciones del Sistema Montañoso Ibérico y se encuentra ocupando tres provincias: Burgos, Logroño y Soria. Si uno pasea por esta impresionante serranía, no le quedará la menor duda de que su belleza, sus formaciones paisajísticas y su entorno incitan a elucubraciones místicas y misteriosas.

El teósofo Roso de Luna, un enamorado de este lugar, comenzó a dar las primeras pistas en su libro El Arbol de las Hespérides, dedicándole una buena parte del mismo a ella y Juan García Atienza, autor de numerosos libros especializados en la España mágica, fue quién envolvió el lugar en esta aureola mágica de prodigios y acontecimientos misteriosos.

La Sierra de la Demanda está señalada por la leyenda con lugares por donde pasaron los siete infantes de Lara en su camino a la muerte. Allí encontramos la llamada Sierra del Almuerzo donde se ubica un interesante dolmen, la Sierra de los Siete Infantes, la Sierra del Madero donde hallamos las ruinas templarias de San Adrián o pueblos “malditos” abandonados como Masegoso, Castellanos, Trévago o Suellacabras.

En tiempos remotos esta comarca fue conocida como montes Idubenses y sierras Distercias y los trovadores la bautizaron con el nombre de Sierra de la Demanda del Santo Grial.

En los alrededores de esta comarca podemos encontrar lugares singulares como la iglesia visigótica de Quintanilla de las Viñas que, al parecer, tiene ciertas reminiscencias nórdicas o el monasterio de San Pedro de Arlanza que se relaciona con la leyenda de un cofre volador y una virgen negra, también el monasterio de la Cogolla donde se encuentran las tumbas de los Siete Infantes de Lara.

Más al sur se encuentra el monasterio de Nuestra Señora de la Sierra donde hay una virgen negra. Se dice que los templarios lo construyeron con la ayuda de los genios de los bosques, sirviendo así como un lugar iniciático de la Orden.

De todas las historias y leyendas relacionadas con la Sierra de la Demanda, la leyenda de los Siete Infantes de Lara es la más destacada. Rafael Alarcón nos la cuenta desde una perspectiva más esotérica:

“Siete hermanos que, al igual que los artúricos caballeros del Grial, poseen cada uno una cualidad simbólica específica. Han sido educados por un ayo, don Nuño, que tiene un punto de mago ermitaño al estilo de Merlín. A causa de un torneo con lanzas, la vengativa doña Lambra entrega a Gonzalo, el menor de los siete, a los moros de Córdoba, y cuando sus hermanos acuden a rescatarle son muertos en una emboscada y se les cortan las cabezas, que continúan hablando. Cuando el padre, Gonzalo Gustios, acude a por los cadáveres, Almanzor lo encierra y queda ciego de tanto llorar por sus hijos. El califa, apiadado, le concede la libertad y a una mora hechicera que lo cura y con la que se casa. Elia dará a luz un hijo, de nombre Mudarra, que pasado el tiempo será el vengador de sus hermanastros.

Entre otros elementos griálicos encontramos a la dama alevosa, la muerte por una lanzada y las cabezas bafométicas. El padre recobra la vista gracias a un anillo de oro partido, que una mora une mágicamente. Esta hechicera, de la que nacerá el vengador, tiene caracteres de hada. Por su parte, la abuela de los jóvenes es una curiosa bruja, que recoge los collares de oro de sus nietos y, fundiéndolos, fabrica con ellos una copa mágica.

En toda la zona, estos héroes griálicos dejaron recuerdos físicos tomados posteriormente como hechos históricos, pero que no son otra cosa que la concreción de unos elementos simbólicos precisos. Así, en Salas de los Infantes se dice que se conservan las cabezas dentro de un arca, mientras que en la Cogolla se guardan sus cuerpos en sendos sarcofagos de piedra. En la lindante Sierra del Almuerzo (Soria) hay una piedra prehistórica llena de oquedades, que dicen se formaron cuando los infantes depositaron en ella los recipientes de su almuerzo, simbólica última comida de los que iban a derramar su sangre por rescatar a su hermano. En la misma sierra, en la aldea de Omeñaca, hay una iglesia con galería porticada de siete arcos, que según cuentan, se abrieron mágicamente en el muro para dar paso a los jóvenes infantes que iban a escuchar su última misa.”

Por supuesto no todos ven la leyenda desde esta perspectiva y algunos historiadores, como Georges Martin, no ven más que una afrenta familiar en la misma.

Desde hace varios siglos, esta zona está muy vinculada a las historias relacionadas con el Santo Grial y su custodia. La versión castellana es una versión muy pobre de una antigua Demanda perdida, sufriendo la cristianizadora influencia de las abadías de la Edad Media y de ser una posible fuente común del Conté del Graal, de Chrétien de Troyes y del Parsival de Wolfram d’Eschembach relacionándose de forma importante con los cinco troncos legendarios relativos al ciclo de la Primera Cruzada que fueron la “Chansó d’Antiocha”, la “Chanson de Jerusa-lem”, “Les Chetifs” o Cautivos, “Helias” o el Caballero del Cisne y “Les enfances de Godobroi”.

Para Bonilla y San Martín, hacia la segunda mitad del siglo XIV se refundó probablemente una Demanda francesa que, tras diversas modificaciones le asignaron el título de La Demanda del Santo Grial narrándose los maravillosos sucesos de Lanzarote y de Galaz, su hijo, y cuyo primer libro comienza con el “Balandro del sabio Merlín”. Según este autor «La “Demanda” citada por el cancionero de Baena se imprimió en Toledo en 1515 y en Sevilla en 1500 y 1535. En ella interviene Perceval “de Galaz”, hijo del caballero de la Bestia ladradora, o sea de Palomades el pagano. Perceval visita con Galaz y Boores el palacio del rey Pelles —más bien Peris, decimos nosotros—, donde se custodia el Grial, y se hace monje después de la muerte de su amigo Galaz, cuyos últimos instantes presencia.»

Un cúmulo de lugares enigmáticos y centros iniciáticos

Dólmenes, templos, montañas mágicas, y por supuesto, sucesos anómalos se dan cita en este enclave español. A modo de ejemplo podemos citar la Ermita de San Bartolomé de Ucero, ubicada en el Cañón del Río Lobos. Un centro templario de reconocida envergadura. Su simbolismo templario se encuentra en las esculturas, signos lapidarios y trazas arquitectónicas. El Monasterio Santo Domingo de Silos. Considerado por algunos autores como enclave templario. En uno de los monasterios de San Millán de la Cogolla albergan las tumbas con los cuerpos sin cabeza de los Siete Infantes de Lara junto a la tumba del druida Nuño Rasura.

En un pueblo llamado Matute existe una misterios escalera construída entre rocas y que no lleva a ninguna parte.

También encontramos el recinto milagroso de Valvanera, con multitud de leyendas y símbolos iniciáticos.

En la localidad de Molinos, encontramos la cueva del Moro, con la ya clásica leyenda del moro que guarda un tesoro en su interior…

Hay muchos más lugares en este enclave singular, donde la historia se entrecruza con el misterio y enigmas que aún permanecen pendientes de resolver.

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