Ovnis en la Isla de Pascua. Experiencias de un Militar Chileno

Durante mucho tiempo, numerosos libros nos han contado los misterios y enigmas de la isla de pascua Lugar lejano y casi mágico de nuestro planeta, llamada por sus habitantes antiguos Te Pito No Te Henua (El ombligo del mundo), o rapa nui por otros autores e historiadores.

El misterio de sus grandes moai, estatuas gigantes de miles de toneladas de peso, han servido para todo tipo de hipótesis respecto al origen de sus habitantes. La palabra extraterrestres nunca ha estado ausente en los estudios de los orígenes de esta Isla, aunque en honor a la verdad, son muy pocos los autores e investigadores que han tratado el tema ovni , con profundidad y comprometiéndose sin preocuparse de las críticas posteriores.

Don Antonio Ribera, en su obra “Operación Rapa Nui” escribe abiertamente de la posibilidad de un contacto con seres de otras galaxias en este lugar del mundo, y que bajo ese prisma se podrían entender algunos ritos,  leyendas y costumbres de los pascuences de antaño. Quizás sea el único autor que realmente nos transmita esta hipótesis con claridad y, también porque no decirlo, con honestidad investigativa.

¿Existe una casuística Ufológica real en Isla de Pascua?

Las fuentes más fiables con que contamos en estos momentos, son las aportadas hace casi diez años por un peculiar personaje, Ignacio Valdés Jaña, información recogida por este militar chileno, y que por más de 40 años han permanecido en archivos particulares, ya que este militar con espíritu investigativo no podía “transmitir sus inquietudes a las autoridades militares chilenas, por tratarse de un tema tan resbaladizo como son los ovnis

¿Quién era Ignacio Valdés Jaña?

Don Ignacio era un militar de carrera. Llegó a Isla de Pascua como Sargento 2°, Radiotelegrafista, el año 1953. Fue destinado a las primeras obras de la construcción del Aeropuerto de Mataveri en Pascua. En los primeros tiempos, tuvo que realizar todo tipo de oficios, incluso tratar a los habitantes de Pascua, bajo un prisma en el que nunca se habían logrado éxitos. Se trataba de transmitir el deseo de trabajar en algo que serviría para un futuro próximo, y que haría a la Isla de Pascua estar más conectada con el Continente.

Precisamente es este militar, el que con un criterio de observación muy acusado, nos transmite una serie de acontecimientos anómalos que no se han dado a conocer hasta hoy día. Por aquellas casualidades del destino, la información de este militar llegó a manos de quién escribe, quién luego de comprobar paso a paso sus declaraciones y escritos, se da a conocer por primera vez al público general.

Acontecimientos

La superstición de los habitantes de Isla de Pascua es latente. Aproximarse a ciertos lugares por las noches, puede convertirse en un encuentro con aku-aku.

Ignacio Valdés Jaña aquella noche acompañado de Juan Anakena (que luego llegaría a ser una autoridad en la isla), se adentraron al sector denominado Maunga Pui, ya que algunos caballos salvajes estaban causando destrozos en las pocas siembras que se realizan en la Isla. El vehículo todo-terreno, avanzaba por la polvorienta carretera, cuando de pronto una fuerte luz se divisó a unos 500 metros en dirección de la misma carretera. La luz se aproximaba con rapidez y cuando estuvo a unos 100 metros del vehículo, se pudo observar que aquella luminosidad intensa estaba en el aire, a unos dos metros del suelo. La reacción de Ignacio y Juan fue muy diferente.

Mientras Ignacio trata de mantener la calma, Juan inmediatamente grita que los aku-aku vienen por a ellos. Juan escapa carretera abajo e Ignacio retrocede a pie, ya que el vehículo es imposible ponerlo en marcha. La luz se posa sobre el vehículo e Ignacio, único testigo en esos momentos, ve cuando la luz en un brusco giro desaparece en dirección al volcán Rano Aroi. Este testimonio confirmado por los propios protagonistas, nos hace pensar que la casuística en Pascua es igual a otros sitios, aún más, avalada por una serie de observaciones que Ignacio Valdés Jaña comienza a realizar en su estadía en la Isla. Desde ese momento, se desata una incansable búsqueda de respuesta en el militar, frustrada más de una vez, ya que el tema Ovni entre sus superiores es tabú y motivo de burlas.

En la documentación aportada de su puño y letra, la descripción de una observación realizada el día 13 de Febrero de 1988 entre las 2:30 y 2:45 de la madrugada, frente al volcán Rano Raraku y donde existen unos seis testigos totalmente fiables, se habla claramente de una gran luna, o luz enorme, la cual cambia de formas, emite en su interior otras pequeñas lunas, llegan a contarse veinte luces pequeñas, las cuales viajan y se desplazan al lado de esta gran luna o disco luminoso. El análisis meteorológico, las condiciones del viento, y la situación geográfica de la observación hacen imposible pensar en un fenómeno atmosférico tan complejo.

Ignacio Valdés Jaña, asesorado por el meteorólogo, empleado civil, llamado Neftalí Pallero Rojo, logra analizar los fenómenos atmosféricos más habituales que se dan en los cielos de Pascua, para así poder realizar un estudio comparativo de estadía de varios años en la Isla. Las observaciones en los cielos de Pascua, no sólo se realizan de noche, sino también de día, lo cual comienza a dar frutos interesantes. Se logra registrar un promedio de casi diez observaciones mensuales de desplazamientos totalmente inusuales de nubes. Estas actuaban como pantallas para cubrir resplandores que emitían unos discos que giraban sobre sí mismos sin emitir ruido alguno. En otras ocasiones estos desplazamientos de nubes, eran acompañados de estruendosos ruidos, algo totalmente inusual al estar el cielo totalmente despejado y sin ningún tipo de nubes, que justificara alguna tormenta próxima.

En estas observaciones se adquieren datos de los tipos de nubes que habitualmente cubren Isla de Pascua, bajo estos criterios se hacen análisis astronómicos, aeronáuticos, meteorológicos, de algunos hechos anómalos en los cielos pascuences. E incluso en valiosos comentarios de autóctonos de la Isla (que ven estos acontecimientos bajo un criterio totalmente diferente a nuestros análisis “civilizados”), se logra determinar que estos hechos “especiales” en los cielos de Pascua, acompañan a sus habitantes desde tiempos pasados y están familiarizados con ellos.

Seguramente si pudiéramos trasladarnos al pasado, veríamos que muchos acontecimientos de esta lejana Isla, tienen una explicación dentro de los conceptos antropológicos modernos. Pero con la misma certeza anterior existen aún muchas explicaciones pendientes, sobre todo en el aspecto de su historia truncada. La teoría del origen polinésico de los pascuences, es cómoda de aplicar, pero las ideografías (rongo-rongo) aún no se han interpretado adecuadamente, a pesar que cada cierto tiempo algún científico dice haber descubierto su real significado.

 Un hecho real es que en 1953, cuando este militar chileno realizó estas observaciones, si las hubiera comentado en el ámbito de sus superiores o a la prensa, seguramente hubiera sido tomado por loco. En los tiempos que corren su “excentricidad” pasa desapercibida, pero nos queda el consuelo, que pese a los años pasados, su inquietud ha salido a la luz pública y su curiosidad algún día puede tener sus frutos… El conocimiento.

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