Cueva Pileta

La Cueva de la Pileta

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Cueva de la Pileta se encuentra en la carretera entre Benaoján y Jimena de la Frontera y es una de las pocas cuevas en Europa donde los turistas pueden visitar y observar el arte rupestre antiguo. Más importante aún, los visitantes de variados estados físicos y edades pueden participar de esta experiencia maravillosa ya que la cueva es de fácil acceso.

La Cueva de la Pileta es una cueva prehistórica, hogar de pinturas rupestres que datan del Paleolítico. Se realizan visitas a esta cueva que son adecuadas para los turistas y no requieren de equipo especial, aunque se recomienda un par de zapatos o botas con suela antideslizante porque el suelo de la cueva es liso y húmedo en ciertos lugares. Estos recorridos se llevan a cabo durante todo el año y están limitados a grupos de no más de 25 personas a la vez, conforme van llegando. La mejor hora para visitarla es a las 10 am o a las 4 pm porque si se pierde del primer recorrido podrá obtener un lugar en el segundo tour, después de una corta espera.

Para llegar a la Cueva de la Pileta diríjase a la aldea de Benoajan en la carretera de Gaucín-Ronda. Al sur del pueblo, en dirección a Cortes de la Frontera, un camino lateral a la derecha de la carretera funciona como aparcamiento. La entrada de la cueva es una empinada subida con algunas gradas toscamente cortadas.

No hay iluminación artificial en las cuevas, pero se le dará una lámpara de parafina que se ha diseñado para ayudar a preservar las pinturas rupestres, tanto como para ambientar el paseo. Tenga en cuenta que no se permite en lo absoluto tomar fotografías dentro de la cueva.

La cueva fue descubierta en 1905 por un campesino llamado José Bullón Lobato que se percató de que muchos murciélagos frecuentaban la zona y desaparecían al amanecer. Como el excremento de murciélago es un abono muy bueno, él decidió buscar el lugar en donde pasaban la noche, con la esperanza de encontrar el depósito de donde podría extraer el valioso producto.

Como resultado encontró una abertura que conducía a un gran número de cámaras, algunas de las cuales contenían una serie de extrañas marcas. También encontró cerámica y decidió que todo era trabajo de los moros.

Sin embargo, en 1911, un coronel británico retirado, el coronel Willoughby Verner, se encontraba en Jimera de Libar dedicado a su pasatiempo, la ornitología, cuando se enteró de la existencia de las cuevas y la teoría de la influencia morisca. Pensó que eso era improbable por lo que arregló una visita a las cuevas con el fin de investigarlas. Al entrar en las diversas cámaras, de inmediato se dio cuenta de que era obra del hombre prehistórico y no de los moros y se dedicó a grabar sus hallazgos.

La posterior publicación de sus descubrimientos recibió mucha atención de historiadores interesados en la prehistoria y más tarde las visitas de varios académicos resultaron en estudios detallados, tanto del sistema como un todo, como de las pinturas de la cueva; las excavaciones del suelo revelaron más cerámica y huesos de animales.

El sistema de cuevas, que es de piedra caliza, fue originalmente un río subterráneo. En los períodos secos se formaron estalactitas, mientras que durante los períodos más húmedos por el sistema fluían torrentes de agua; como resultado, los lados de la cueva fueron desgastados y allanados debido al volumen de agua.

Las pinturas rupestres tienen una datación de aproximadamente 25.000 años, y corresponden al Paleolítico Superior. Hay algunos garabatos bastante básicos hechos en carbón, con zig-zags y hombres con un palo que representan arqueros cazando a sus presas. También hay algunas verdaderas pinturas que incluyen una que muestra la cabeza de un caballo rojo, cabras y peces.

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